miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Quien esté libre de pecado que hable de pureza!

Reconozco que me dan miedo las palabras “puro” y “pureza”. Por “puro” se entiende lo que está “libre y exento de toda mezcla
de otra cosa” y por “pureza” la cualidad de ser puro.
Históricamente casi todos los pueblos han utilizado este concepto para establecer la superioridad social, moral e incluso humana con respecto a otros pueblos considerados inferiores. Así,  como yo soy puro estoy por encima de ti, hijo de mezcla. Con este pensamiento de orgullo de raza se estableció en España  a partir del siglo XV la idea de “la limpieza de sangre”, por la cual se discriminaba y se segregaba a los judíos que se habían convertido al cristianismo (conversos) o se expulsaba a los judíos y se quemaba a los judaizantes (llamados marranos) con un fuego “purificador”. En la actualidad a algunos les gusta hurgar en la herida de Alemania recordándole un pasado en el que la locura de mantener la superioridad de una raza aria pura llevó a la muerte a muchos “impuros”, como judíos, gitanos o enfermos mentales.
Pero, “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Ahora podemos ver en televisión a judíos ortodoxos (puros) que se muestran superiores, diferentes, a las comunidades vecinas, entre ellas los palestinos. En 1994 en Ruanda y en territorios cercanos murieron masacradas más de 800.000 personas. El motivo, las supuestas diferencias raciales y sociales entre “hutus” y “tutsis”. Curiosamente no existe ningún rasgo ni racial ni lingüístico para diferenciarlos. En España se ha discriminado históricamente a los gitanos y una de las acepciones de la palabra es “que estafa u obra con engaño”. Igualmente “payo” significa entre los gitanos “quien no pertenece a la raza gitana”, es decir, ¿quién no es puro? También significa “aldeano” y “campesino ignorante y rudo”. Hace unas semanas escuchaba a una abuela ponderar las cualidades positivas de su nieto diciendo “Mi nieto es gitano, gitano”, quizá aludiendo a que no tiene mezcla con payo ignorante. Parece que los grupos discriminados  reaccionaran a las muestras de racismo ejercidas por los grupos dominantes con actitudes igualmente racistas, en cuanto  que procuran diferenciarse de los “otros” e identificarse con los considerados iguales.  En este sentido se entiende el deseo de “pureza” racial también entre los pueblos históricamente oprimidos. En algún país hispanoamericano se está viviendo un periodo de racismo en el que se considera superior a la raza originaria, a la raza indígena pura. Justamente al revés de hace unas décadas. En el programa televisivo “Españoles en el mundo” nos contaba un español emigrado a uno de los Emiratos Árabes que sólo eran considerados ciudadanos los habitantes que procedían de los pueblos nómadas originarios.
Por último, y como anécdota, cuando no se conocía la palabra crisis y los billetes de quinientos euros crecían en las macetas las clases adineradas de siempre, los nobles, se quejaban de esos “nuevos ricos” que no sabían comportarse. En un pueblo, me contaron, hace unos años una familia “de toda la vida” impidió que su hija se casara con un hombre de familia “impura”, sin antepasados “nobles”. Pobrecito, no era un puro cristiano viejo. Años después se lamentaba la familia (pura envidia cochina) del dinero que ganaba aquel advenedizo.
Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Comprenderán ahora que me cause pánico cuando alguien utiliza las palabras “puro” y “pureza” para considerarse diferente, y, por tanto, superior a otro alguien. Ni siquiera me gustan los cigarros puros. Tampoco los otros.

Firmado: José Antonio Palomo

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